Informaciones
sobre asesinatos y crímenes ya casi no nos sorprenden porque suceden a diario.
Sin embargo, el homicidio de parientes de primer o muy cercano grado de
consanguinidad, es decir, el parricidio, siempre nos encoje en cierta medida el
corazón. Quizás sea porque en nuestro cerebro surge la inmediata pregunta : ¿Yo
sería capaz de hacerlo? ¿Podría agredir –e incluso matar- a alguien de mi
familia? La mayoría de nosotros no lo haríamos, aunque incluso podríamos haber
fantaseado con ello en determinados momentos de desesperación. Pero está claro
que de ahí no vamos a pasar. Entonces, ¿Ellos por qué sí son capaces de hacer
daño a las personas que quieren?
Se sintió sastisfecho
“Confesó que les había matado en legítima defensa
porque ellos querían matarle a él”. Así lo han asegurado los agentes del
juzgado de la localidad de Dos Hermanas (Sevilla) a los que se entregó hace
unos días el hombre de 36 años, que acuchilló brutal y repetidamente a sus
padres y a su hermana.
Pero después de su violento acto, él se sintió satisfecho, aliviado, ya que
consideraba que sus padres eran una amenaza para su persona.
Francisco Toscano, el alcalde del municipio
sevillano, ha explicado además que ambos hermanos tenían estudios
universitarios y que “él tiene un coeficiente intelectual superior a la media e incluso se encontraba actualmente estudiando un posgrado". Situación que, por supuesto, no es incompatible con padecer un trastorno mental -una probable esquizofrenia- que lo ha llevado a cometer este crimen.
Y
éste es uno de los mayores problemas de esta enfermedad. La persona que lo
padece no sabe o no identifica cómo explicar lo que le sucede, tiene además
mucho miedo y no será consciente de su anomalía, por lo que no se atreverá a
pedir ayudar ni de familiares y mucho menos de especialistas.
Actos impulsivos
A
la totalidad de estos pacientes no se les puede tachar de crueles, y mucho
menos si están siendo medicados, aunque determinados estudios sí que han
demostrado que son más proclives a ejecutar actos impulsivos y hasta con ciertos
grados de violencia que el resto de la población. Y entre estos delitos, la
mayoría son contra sus familiares.
En
este caso que se nos presenta, la situación puede ser un poco más peligrosa de
lo habitual porque el presunto parricida tiene la ley de su lado. Si finalmente
los jueces determinan que la agresión de este hombre fue cometida en un momento
de “locura transitoria” (consecuencia de un habitual brote de esquizofrenia)
será considerado el heredero legítimo y único de su familia asesinada.
Y,
la verdad, un enfermo, con estos antecedentes, incontrolado y con tanto dinero,
quizás quiera experimentar nuevas satisfacciones “en legítima defensa”.
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