Cada año se registra un mayor número de casos de menores que son perseguidos por otros a través de la Red o del teléfono móvil. La mayoría no lo cuentan pero sus consecuencias son muy graves
Las nuevas tecnologías por supuesto nos facilitan la vida pero también el anonimato. Para muchos es una ventaja pero para otros, su día a día, se ha convertido en una auténtica pesadilla debido, principalmente, a esa invisibilidad que hace que afloren nuestros monstruos más ocultos.
Muchos jóvenes, y sobre todo niños menores de edad, ya no sólo
temen el acoso que pueden sufrir en el colegio por parte de sus compañeros,
sino que ahora tienen que hacer frente a aquellos posibles chantajes derivados
de las redes sociales, por Internet o incluso a través del móvil.
Persecución virtual
El ciberacoso no es una novedad pero sí cada vez más frecuente. Un
13% de los adolescentes entre 14 y 17 años asiente haber sufrido este tipo de
persecución, a través de la Red, tal y como asegura un estudio del Centro de Seguridad en Internet.
Y lo peor de todo, es que las cifras van en aumento, en función del
mayor uso de teléfonos móviles, ordenadores personales, tabletas, smartphones,
y otros dispositivos conectados a Internet a los que los jóvenes tienen cada
vez más acceso.
La consecuencia de todo ello deriva en depresiones, ansiedades,
miedos, baja autoestima, violencia por parte de los compañeros, ya sea física,
verbal o psicológica y, en casos más extremos, puede llegar incluso al
suicidio.
Delitos desconocidos
En las líneas de ayuda a menores (anti-bullying) que existen aseguran
que una de cada cuatro
llamadas que se reciben en Europa son por acoso procedentes de otros compañeros, aunque es cierta que la mayoría de delitos se desconocen porque los adolescentes no lo denuncian por temor.
llamadas que se reciben en Europa son por acoso procedentes de otros compañeros, aunque es cierta que la mayoría de delitos se desconocen porque los adolescentes no lo denuncian por temor.
¿Cuál es la solución a todo este problema? ¿Mayor educación? ¿Más
control paternal y educacional? ¿Políticas encaminadas en este sentido? Quizás
una mezcla de todo ello pudiese mejorar la situación, aunque el primer paso es
concienciar a la sociedad sobre la existencia de un problema que se agrava sin
control año tras año.
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