No hay mucho de qué presumir ni qué celebrar en el Día Mundial de la Libertad de Prensa cuando miles de periodistas están muriendo o están encarcelados en distintas zonas del mundo
Libertad de prensa no es sólo un derecho y unas garantías que exija
todo medio de comunicación. Es un deber que deberían conocer todos los ciudadanos
con el fin de que pudiesen reclamar que se publicasen informaciones libres y
sin censura previa.
Sin embargo, esto no siempre sucede así y, en algunas ocasiones,
los periodistas, se sienten acosados –si no hostigados- por el mero hecho de
escribir en primera persona y contar lo que está ocurriendo.
El 3 de mayo se ha fijado oficialmente como el Día Mundial de la Libertad de Prensa y en este año 2013 se celebra su veinte aniversario. Pero ¿Realmente hay
algo que festejar? ¿Existe esa tan buscada autonomía periodística proclamada
por la Asamblea de Naciones Unidas allá por el año 1993? Los datos responden
por sí mismos.
Armas son palabras
La Asociación Reporteros sin Fronteras (RSF) publica anualmente una
lista de países en los que ejercer la labor de periodista se convierte en toda
una odisea que, en muchas ocasiones, se paga con la vida. Estos reporteros no
son militares ni guerreros ni llevan armas ni están combatiendo sólo quizás
denunciando de la forma que saben hacerlo: con su cámara, sus micrófonos, sus
reportajes, sus palabras… y parece que estas herramientas son mucho más molestas
que los artefactos mortíferos o, quizás, es que hacen más daño.
En el último informe anual de esta asociación se asegura que un
total de 88 profesionales de la información murieron el pasado año ejerciendo
su trabajo. A ellos, hay que unir los 47 periodistas asesinados; casi 2.000
amenazados y atacados; 879 detenidos y 38 secuestrados. Otra cuestión importante,
que no debemos olvidar, son aquellos a los que se les encarcela, simplemente
porque el Gobierno del país en el que están trabajando decide que son “elementos
molestos”. Y en esta categoría, encontramos en la actualidad a un total de 300
periodistas encerrados en todo el mundo, “sobre todo en cárceles de países
dictatoriales o autoritarios como Irán, China, Vietnam o Eritrea. También en
otros países considerados como democráticos, tales como Turquía, que se ha
convertido en la mayor cárcel del mundo para periodistas, con más de 70
encarcelados en estos momentos”, confirman desde Reporteros Sin Fronteras.
Sin juicios
Lo más grave de esta situación, si es que puede haber algo peor que
estar en una prisión por ejercer tu profesión, es que para estas personas no
han existido acusaciones formales ni juicios de ningún tipo. RSF confirma que
en algunos casos “llevan más de 10 años en prisión, sometidos a durísimas
condiciones de vida, sin ver a sus familiares y sin tener contacto con el
exterior. También los hay en celdas de aislamiento o situaciones de tortura”.
Quizás no hay que irse tan lejos para vivir el día a día de la censura periodística: cuando te vetan la entrada a una conferencia o rueda de prensa; cuando te prohíben hacer preguntas; en el caso de que no puedas escribir con libertad lo que está ocurriendo o incluso tengas que hacerlo gratuitamente y estés devaluando tu profesión… hay muchas formas de acabar con la libertad que rige el principio fundamental de una profesión tan importante como fundamental en toda sociedad que se preste y presuma de democrática.
No comments:
Post a Comment
¿Te gusta el artículo? Puedes opinar sobre él o dejar aquí tu comentario. Y si te apetece suscríbete al Blog! ¡¡gracias!!